En un entorno dominado por largos bloques de viviendas unifamiliares adosadas basadas en la repetición de un mismo módulo, esta pequeña promoción de 18 vpo apuesta por la vivienda colectiva y la diversidad compositiva como mecanismo para conformar ciudad. El programa de 18 viviendas se distribuye en 2 bloques de 3 plantas cada uno con garaje en semisótano, y se organiza en torno a un espacio comunitario ajardinado que al abrirse directamente a la calle pretende ser prolongación de ésta.
Ante las limitaciones de la normativa V.P.O., la falta de libertad permitida en lo concerniente a tipologías, huecos y materiales, y lo ajustado del presupuesto disponible, el proyecto intenta contribuir a mejorar la calidad urbana de la zona atendiendo fundamentalmente a tres cuestiones: la expresividad de la fachada, la atención a la relación visual interior-exterior y la calidad ambiental del espacio no edificable de parcela.
Respecto al control visual, el conjunto aprovecha su condición de esquina abriéndose a través de las galerías de los testeros a las vistas sesgadas del mar. Las persianas de aluminio tamizan la luz y dada la proximidad del resto de edificios funcionan como pantallas de control visual, impidiendo las vistas desde el exterior al tiempo que permiten ver de dentro a fuera.
El tratamiento de la superficie entre bloques como plaza ajardinada tiene dos objetivos, uno el ofrecer un espacio mayor calidad ambiental que la calle para revalorizar las viviendas que vuelcan sobre él y otro el ofrecer un espacio de estancia agradable protegido del constante viento que azota la zona. La vegetación ataluzada recupera la topografía original de la parcela, y protege visualmente las viviendas situadas en planta baja.